martes, 23 de marzo de 2010

Repetimos.

Bueno, pues me dicen que en 48 horas me quedo sin internet.
Hasta mi regreso (lo antes que pueda, aunque posiblemente sea por más de un mes) os dejo con (quizás) la entrada que más me gusta de todas las que he subido a alguno de mis blogs.
Os la repito por aquí con vuestro permiso:

LA METÁFORA GRÁFICA.

Sin duda es una obviedad decir que el mercado de la historieta es uno de los mercados de ocio que está experimentando un mayor crecimiento en los últimos años.
Gracias, principalmente a la propia dignidad del medio (una dignidad eternamente cuestionada a pesar de sus más de 200 años de historia), a que por fin la etiqueta “infantil” parece estar desapareciendo de la creencia colectiva, a un justo Premio Nacional del Cómic que equipara esta a otras artes, a la proliferación de artículos y revistas, tanto especializadas, como dedicadas a la literatura o revistas culturales, así como la inclusión de críticos de historieta en la sección cultural de muchos (cada vez más) periódicos editados por toda nuestra geografía, , y por último, y no por ello menos importante, las declaraciones de artistas de renombre que desde otros géneros artísticos apoyan al cómic como forma de expresión y arte.

Una de las razones más fundamentales a mi juicio, a parte de las ya mencionadas, podría ser el giro que ha dado la historieta en las dos últimas décadas hacia unas historias más profundas, adultas si me lo permitís, basándose principalmente en los sentimientos e incluso la crítica social como hilo conductor de la narración: La llamada novela gráfica.
Lo que empezó siendo una etiqueta puramente comercial se ha ido convirtiendo, con el tiempo, en un tipo de formato donde tienen cabida la mayor parte de los géneros, aunque en su mayor parte se editen con esta etiqueta los títulos con un carácter más sentimental o social.
La novela gráfica ha acercado el comic a la literatura desde varios puntos de vista.
Quizás uno de los mayores aciertos sea el hecho de que la historia empiece y acabe en una misma lectura, una misma publicación, saltándose la espera propia del cómic entre un número y otro hasta llegar aun desenlace. Ha esto se podría añadir la publicación de estos en “formato libro” como el desencadenante que ha conseguido la cada vez más normalizada incorporación de una sección dedicada a los tebeos en las macrotiendas más conocidas.

Dentro de este formato se ha editado abundante material de títulos autobiográficos o con una fuerte carga sentimental donde los autores con un dibujo más diligente y sencillo nos enseñan sus entrañas, sus emociones, miedos y sueños. Unas historias con las que el lector empatiza fácilmente y que es, precisamente, donde más claramente podemos encontrar el recurso del que pretendo hablar hoy. Un recurso, hasta ahora, pocas veces utilizado fuera de los sueños o pensamientos del protagonista del tebeo.

La metáfora es un recurso literario muy utilizado en el que a base de una comparación, generalmente exagerada, se busca una más fácil comprensión del texto por parte del lector a parte de conseguir un tono más poético para la frase en la que está utilizada.
De un tiempo a esta parte han aparecido genios historietitas que utilizan este recurso con maestría trasladándolo al apartado gráfico de los que, si os parece bien, podemos ver algunos ejemplos:

Uno de los primeros comics donde pude apreciar este recurso fue en la obra Sarajevo-Tango de mi admiradísimo Hermann. En este comic, el belga, aprovecha este recurso para ridiculizar la guerra de la antigua Yugoslavia y la pasividad de los líderes europeos a los que en no pocas ocasiones los muestra bailando un Tango (de ahí el título) como si poco les importara lo que ocurre a su alrededor mientras, cerca, siguen lloviendo bombas sobre las cabezas de ex-yugoslavos.



Otros ejemplos de este recurso en la misma historieta nos muestra un dedo acusador en los cielos de Sarajevo que señala fortuitamente la próxima persona a la que la guerra dará muerte.



Una viñeta en la que compara a los guerreros en la Sarajevo actual con los de una de sus mejores series: Las Torres de Bois - maury. Dando a entender que el salvajismo de la guerra no entiende de épocas históricas.



Aún hay más como en la que nos presenta a una familia europea, también próxima a la zona del conflicto, donde se nos muestra que sus banales preocupaciones nada tienen que ver con la guerra que se está librando cerca de ellos debido principalmente a la escasa información y a la mucha desinformación que dan los noticieros televisivos de la matanza en la antigua Yugoslavia.



Seguimos con los conflictos bélicos como fondo, aunque esta vez en la Ruanda sangrienta de los Hutus y los Tutsis. En ella es donde Stasen nos introduce, en el comic que lleva por título Deogratias. El protagonista se siente como un perro despreciable y despreciado por todos y así nos lo hace ver durante su obra en varias secuencias o viñetas.



Otro genio de la metáfora gráfica es Frederik Peeters. En su obra Píldoras Azules, nos lo demuestra ya desde su maravillosa portada donde se le da a este recurso un protagonismo especial. Peeters utiliza la metáfora gráfica y no hace falta bocadillo, cartelas, ni ningún texto para que en la ilustración que adorna la portada de la obra se pueda leer algo así como “Hablando con ella no me importó nada más, estábamos solos, como en un océano”



Más adelante, ya en el interior de la obra, podemos encontrar otros ejemplos como el del rinoceronte, que no es otra cosa que un sinónimo gráfico del miedo y la inseguridad.



Y es que son en este tipo de obras, las que hablan de sentimientos, las de carácter autobiográfico, donde se hace más patente el uso de este recurso.
De la misma manera podríamos hablar de Blankets de Craig Thompson, donde su protagonista, el propio Craig se acerca al amor dominado por los pensamientos que una educación religiosa y absolutista han llenado de contradicciones y temores. En estos ejemplos (de una de las viñetas de la obra y de una página de la misma) vemos como el autor utiliza varias veces este recurso para mostrarnos el análisis que hace de su relación.




No te Olvides de Recordar es un comic donde su autor, Peter Kuper, no se cansa de utilizar la metáfora gráfica en muchas de sus páginas en las que nos muestra y cuenta su vida. Una de mis preferidas es cuando los dolores del parto convierten a su mujer en una Medusa de la mitología griega. Un monstruo capaz de convertir en piedra a todo aquel que le mira.



Igualmente, Satrapi, también hace de la metáfora gráfica un arte y una forma de contar una historia. En este caso podemos ver dos páginas, a modo de ejemplo, de su obra más laureada: Persépolis, donde, de manera autobiográfica, entrelaza su propia historia y la de Irán, su país de origen , así como nos cuenta la animadversión, a pesar del desconocimiento, de oriente hacia occidente y viceversa.




Aunque sin duda, si tenemos que mencionar a un autor que más la utiliza, tendremos que hablar de David B. y su Epiléptico: La ascensión del Gran Mal donde el auto nos cuenta, también de manera autobiográfica la historia de la enfermedad de su hermano mayor: La epilepsia.
En esta viñeta en concreto David B. nos describe como los médicos rodeaban a su hermano y sus padres mientras parecen estar jugando al corro de la patata. Poco más podían hacer ante una enfermedad incurable.



Muchos historietitas consiguen llegar a este recurso a través de las sombras de sus personajes. El caso más claro es sin duda el cowboy más solitario de la BD y la rapidez con la que desenfunda sus revólveres.



Otros ejemplos más recientes de cómo utilizar la sombra para llegar a la metáfora los podemos encontrar en dos obras de nuestros autores. En el juego de la luna, Bonet y Munuera, desvelan la verdadera personalidad de Rufo, tan malvado como lo era el lobo en los cuentos de Perrault.



En la también recomendable obra de Altarriba y Kim, El Arte de Volar, los autores nos muestran la tremenda fuerza moralista que ejercía el clero en los años de la dictadura de Franco en una viñeta tremendamente dura en la que la sombra ejerce su papel de transmisora de la metáfora gráfica.



El Arte de Volar también nos muestra más ejemplos de este recurso en sus páginas, como este en el que se nos muestra que a la dictadura no le era de interés que fueras demasiado observador.



O este otro en el que el baile y a compañía agradable hacen que los protagonistas se vayan alejando de la gente, pese a estar siempre a su lado.



En Maus, el comic de Spiegelman, el autor convierte a los judíos en ratones y los nazis en sus eternos cazadores: Los gatos. Haciendo de este recurso una constante durante todo el comic.



Otra estupenda metáfora que podemos encontrar en este comic (y que a mi se me había pasado en un primer vistazo, gracias Emilio) es la forma de Spiegelman de dibujar el camino a seguir por sus protagonistas. Una cruz gamada. Dando a entender que cualquier sitio al que vayan estará ocupado por las tropas nazis.



O esa otra en la que Spiegelman, se dibuja a si mismo sobre una montaña de cadáveres judios por culpa de lo mucho que se está involucrando en la historia que nos está contando y que no deja de ser la historia de su pueblo, padre y seres queridos.



Continuando con los personajes antropomórficos podríamos destacar también la obra Blacksad, de Canales y Guarnido, donde los autores otorgan a sus personajes características únicas de los animales a los que representan.



Emilio también me recuerda que en el comic de Christin y Bilal, Partida de Caza, aparece bastante este recurso elegido, en varias ocasiones, por los autres para poder contar su historia de una forma más entendible.
Una de las metáforas que podemos encontrar en el comic y que mejor puede resumir la obra, es el baño de sangre que se dan los antiguos cargos comunistas.



Desde luego, incluir una metáfora gráfica en una obra no está al alcance de cualquier autor, al menos no de hacerlo con la maestría de todos y cada uno de los ejemplos antes expuestos pero, de conseguirlo, es un recurso este que da agilidad a la lectura al carecer de bocadillos, cartelas o texto alguno. Un recurso, igualmente, que aún recogido de la literatura engrandece un poco más el comic ya que en este caso, hay que saber “leer” el dibujo, la viñeta, siendo esto algo solo utilizable en nuestro medio.
Hay muchos más ejemplos, por supuesto, y os invito a buscarlos en otros comics y autores. Como dice nuestro buen amigo Álvaro, en una charla sobre esta cuestión mantenida con él recientemente, “La metáfora gráfica es el espíritu de la historieta!!!!”

Un saludo.

Para la creación de este post debo agradecer la escucha, consejos y paciencia, (sobretodo paciencia) de los amigos Emilio Aurelio y Álvaro Pons.

Para ver la entrada en La Caraviñeta y así poder leer los comentarios, os dejo el enlace a la entrada original:

http://lacaravinieta.blogspot.com/2009/11/la-metafora-grafica.html

En un Tiempo, Seguimos.

Los que seáis lectores habituales de este blog ya sabréis que ando de mudanza. Pues bien, debido al cambio de residencia estaré un tiempo sin casa propia y, por lo tanto, sin conexión a internet por lo que no podré actualizar el blog.
Por este motivo El Hojeador entrará en una especie de hibernación de la que despertará tan pronto como me sea posible.
Tengo una entrada casi terminada que no se si podré darle entrada antes de que me den de baja. Si no es así, me despido ya de vosotros durante un tiempo y espero veros a la vuelta por aquí.

Un saludo.



Imagen extraida del comic: Planeta Extra.

lunes, 22 de marzo de 2010

BOIS-MAURY # 11 - ASSUNTA.



En Pasajes de la historieta.

Un saludo.

martes, 16 de marzo de 2010

Los Tebeos que me Rescataron 2 - UN POCO DE HUMO AZUL.

Edición original: Un Peu de Fumée Bleue.
Fecha de edición: 2002.
Guión: Lapière.
Dibujo: Rubén Pellejero
Formato: 88 págs Color. Cartoné.
Editorial: Ediciones Glénat.



Pellejero ya tenía otras obras anteriores en las que había mostrado su maestría en el dibujo y su excelente narrativa, sin embargo, Un Poco de Humo Azul fue mi primer acercamiento a este dibujante que, desde entonces, se ha convertido en un fijo en mis estanterías. Ya, junto a Zentner, nos había mostrado de manera fantástica las aventuras del detective Dieter Lumpen por parajes tan llenos de belleza como de misterios y peligros o, junto al mismo guionista, nos había llevado a Argentina junto a exiliados judíos en la sensacional El Silencio de Malka, primera obra en la que decidió dar el color directo a sus páginas de la que ya hemos comentado algo por aquí. Âromm y Tabú son otros de sus títulos junto con Zentner a los que conviene echar un ojo.



Más tarde, Pellejero empezó su sociedad con Lapière, guionista de sus dos siguientes trabajos, El Vals del Gulag y éste del que hoy hablamos:
Un joven fotógrafo llega al hostal Les Route des Dames, años atrás esta posada había sido usada por las mujeres de los presos políticos como punto de encuentro debido a su cercanía con el camino por donde los disidentes, hacinados en camiones, pasaban para reunirse con la tortura a la que le sometía sus captores. Las mujeres esperaban a sus amados en mitad del camino para, mediante tan solo una mirada o unas palabras, hacerles ver que les estaban esperando y ofrecerles un apoyo para conseguir, por un momento, restarles sufrimiento y sumarles esperanza.
En la posada, el joven fotógrafo conocerá a Laura, hija de la propietaria. Pronto, la joven se sincerará con él, necesita contar su historia a alguien dispuesto a escuchar, alguien a quien no conoce parece la persona más indicada para ello. Y le cuenta su vida y entre miradas, caladas a los poemas de Tristan Corbière impresos en los cigarrilos que fuma y el humo, azul, que emana de estos, le cuenta como conoció a uno de los presos y se vio reflejada en él, en la necesidad de ser amado y su necesidad de esperanza. Y como no quiso abandonarle como tantas veces le habían abandonado a ella y se enamoró perdidamente de él.



En la obra que hoy tratamos, Pellejero, se decantó por un trazo más grueso, en busca de un grafismo más emocional, donde los sentimientos de los protagonistas traspasaran la página e impactarán directamente en el corazón del lector. (como ya había experimentado en el Silencio de Malka con idénticos resultados) para ello se apoya en una narración llena de silencios y miradas, con planos muy cercanos donde los ojos de sus protagonistas tienen tanto que decir como sus palabras.



Más adelante no tuve más remedio que hacerme con El Vals del Gulag, obra muy parecida a esta tanto por el amor que impregna sus páginas, como por la ejecución gráfica. (aunque a diferencia de Un Poco de Humo Azul, El Vals del Gulag, nos habla de un amor más incondicional)
Lapière se nos presenta como un guionista que sabe lo que quiere contar y como contarlo, alguien a quien le gusta hablarle al amor en todas sus vertientes.
Mientras en el Vals del Gulag nos cuenta una historia sobre un amor omnipotente, que puede contra todas las oposiciones (e incluso imposiciones) como ya vimos por aquí, en Un Poco de Humo Azul nos habla de un amor útil. Tanto Ludvik como Laura utilizan al amor como escapatoria de una vida que no quieren vivir, de un momento trágico y se aferran a él como única posibilidad de escapar utilizando la pasión como única terapia, de olvidar, de que los días pasen, de mantener de alguna manera su mente ocupada y así olvidar un presente que les conduce irremediablemente hacia, como poco, la locura.
Todo esto podría contarse en cualquier escenario, pero Lapière va más allá y nos lleva a lugares donde se pueda utilizar como arma arrojadiza que denuncie en cierta manera los regimenes absolutistas y represores. No utiliza escenas de guerra al igual que no utiliza viñetas en las que muestre las torturas a las que son sometidos sus protagonistas. Y sin embargo el lector sabe que están ahí. Se siente que existen durante todo el relato. Implícitas durante toda la obra.
Para ello, el guionista, se ayuda de las siempre recurrentes cartelas informativas con las que contarnos la historia en primera persona.



La edición de Glenat, muy buena, con una especie de dosier de varias páginas, muy interesante, donde al final del libro Lapière analiza la obra y sus protagonistas.
Una pena que Glenat no haya continuado con la colección dedicada a Pellejero y nos haya dejado huérfanos durante un tiempo de tan tremendo autor y una suerte que Astiberri haya cogido el testigo y sumado el nombre de Pellejero a su, ya de por si, excelente catálogo. (Astiberri publicará a finales de este mes el comic En Carne Viva para, más adelante, editará L'Impertinence d'un été, la obra más reciente del dibujante de Badalona)





En esta secuencia podemos observar, aparte del trabajo de las sombras de Pellejero, como introduce a Laura en la historia. Al principio como mera espectadora de la conversación que el viajero mantiene con Olga, la madre de esta.


Muy presente durante toda la obra está la poesía de Tristan Corbière. Joven poeta Bretón que murió a la edad de 29 años. Solo publico el libro que aparece en el comic de Lapière y Pellejero.



La obra se sostiene gracias a las cartelas explicativas con las que Laura nos cuenta su historia y gracias, y es esta una de caracteríticas donde Pellejero sobresale, a las miradas, los gestos y los silencios con los que el dibujante dota a sus protagonistas y a la historia.



La noche en la ciudad.
En esta viñeta Pellejero juega con las sombras de la noche. Para destacar a los personajes protagonistas, los ilumina como si un foco de cine se tratase.


Una foto a Laura.


En esta viñeta Pellejero nos retrotrae al comienzo del tebeo, cuando en otoño Laura esperaba junto a otras mujeres el paso del camión de los presos. Juega, en cierta manera con los recuerdos y cambia las hojas otoñales de los árboles por cuartillas de papel.


Espectacular viñeta en la que Pellejero, gracias a unas lineas cinéticas, nos hace sentir la velocidad de los coches.


Pellejero centra su viñeta en la silla vacia mientras a Laura la dibuja en un lado de la viñeta. Así consigue que, en el vacío espacio del centro, el lector eche de menos algo o a alguien, consiguiendo el efecto buscado de soledad y abandono.




Escojo esta preciosa página en la que Pellejero sobresale como narrador. El dibujante opta por varias viñetas apaisadas y de igual tamaño. Esto hace que, durante esas tres viñetas, parezca que el tiempo se detenga, coincidiendo con el paso del camión de los presos y con el momento en que las miradas de Laura y Ludvik se entrelazan.




"Con el pretexto de un viajero que se detiene en el hostal de uno de aquellos países que estuvieron bajo la tiranía comunista (Checoslovaquia, presumiblemente), y, mediante una estructura que homenajea al poeta decimonónico Tristan Corbière, Lapière traza una bella historia de sentimientos sobre la que gravita el peso de una Historia plagada de represión. Mediante una elegante dosificación de los silencios, un solo día le basta para hacer patente la manera en que algunos hombres pueden ser víctimas perpetuas del tiempo que les tocó vivir."
Felipe Hernández Cava en El Cultural.es



" Denis Lapière en concreto es un autor que trabaja en el medio infantil, en el medio juvenil también, y tiene como, digamos, una plantilla de dibujantes. Pero cuando quiere dibujar, quiere hacer una historia como en este caso Un poco de humo azul o El vals del gulag, mucho más íntima de él, que es una historia difícil porque mezcla los elementos difíciles de ser llevados a imagen, como son las relaciones humanas y sentimientos muy difíciles de plasmar, pues él ve en mi trabajo que yo soy un autor que por aquí puedo dar soluciones a sus textos. A mí me ha escogido como un autor que lo tiene para un tipo de historias. Y esas historias han salido en la colección Aire Libre, que se distinguen por ser historias con cierto compromiso, con cierto interés social, por hechos que han acontecido que no son muy conocidos pero que tienen riqueza como tales… Y yo pienso que en este espacio Denis Lapière me tiene, cuando quiere expresarse en ese aspecto."
Extracto de una muy recomendable charla con Pellejero que recogió Entrecómics.


Un saludo.

martes, 9 de marzo de 2010

Los Tebeos que me Rescataron 1 - LOS MAESTROS CERVECEROS

Edición original: Les Mâitres De L'orge.
Fecha de edición: mayo de 2003 - noviembre de 2004
Guión: Van Hamme
Dibujo: Vallès
Tinta: Vallès
Color: Marie-Paule Alluard
Formato: Libro Rústica. 100 páginas aprox.
Editorial: Planeta DeAgostini.



Cuando recordamos las mejores series de “comics históricos” que nos ha dado la BD es fácil hablar de Las Torres de Bois-Maury o Las Siete vidas del Gavilan (por poner dos ejemplos) e igualmente fácil obviar una de, en mi humilde opinión, las mejores series que nos ha dado el mundo del tebeo: Los Maestros Cerveceros.



Los Maestros Cerveceros fue una de mis primeros acercamientos a la Bd e igualmente supuso uno de mis grandes descubrimientos.
Un inspiradísimo Jeam Van Hamme (creador de series tan emblemáticas como Thorgal, Largo Wich o XIII, por poner algún ejemplo) nos relataba en esta serie, junto con Vallès, que se hace cargo de la parte gráfica, la vida de la familia Steenfort y sus muchas complicaciones para mantener con éxito su negocio de fabricantes de cerveza desde mediados del siglo XIX hasta nuestro días. Así, de esta forma, y manteniendo siempre, en esta obra coral, a la fábrica de cervezas Steenfort como la verdadera protagonista principal de la serie, los autores nos muestran la entrada de Europa en el siglo XX, nos muestran el crecimiento e internacionalización de una pequeña empresa familiar que logra sobrevivir empleando cualquier medio a su alcance (muchos de ellos fraudulentos) a la primera y segunda guerra mundial, a la industrialización o a las, no menos complicadas y peligrosas, intrigas familiares, muy similares en cuanto a ejecución con las series norteamericanas de los 80 (Falcon Crest, Dallas..) donde se le daba un especial protagonismo al carácter y personalidad de sus personajes protagonistas.



Es quizás aquí, donde se encuentra el gran acierto de la serie ya que los autores nos presentan a unos personajes muy trabajados, con personalidades muy realistas en tonos grises, no cayendo en el común error de buenos y malos, entre los que debo resaltar a Charles, el creador del imperio Steenfort, y Magrit una mujer con una fuerza demoledora, fría y calculadora como pocas, que no dudará ni un instante en colmar su ambición y dejar a su descendencia económicamente bien asentada. Esto, como digo, es posiblemente lo mejor de la serie junto con las sorpresas que nos otorga el guión compuesto por Van Hamme, con unos giros francamente muy bien estructurados que resultan tan sorprendentes como convincentes.



Cada uno de los números que nos presentan Van Hamme y Vallès representan a un protagonista de la saga familiar y la época que le tocó vivir al frente de la empresa de cervezas. Haciendo el conjunto un magnífico fresco histórico en el que tiene cabida la vida social, política y económica de cada época.
Es cierto que a partir de la mitad de la serie la historia de los Steenfort toma otro camino y se vuelve algo menos atractiva (quizás debido a la época que nos describen, mucho más actual) y la serie empieza a fermentar otra cerveza, la cerveza de los amorios y las finanzas. Una cerveza más suave, sin el toque aspero, amargo y personal de Charles, Magrit "La Boche" o incluso Adrien. Con unos personajes algo más planos. Una cerveza quizás más moderna pero menos elaborada. Una cerveza que en los últimos números refresca y tiene un excelente sabor, aunque nada comparable al gusto de las primeras, donde terminada una ronda, tenías unas ganas enormes de beberte otra.



Vallès contribuye con su dibujo realista muy al servicio de la historia, aún abriendo cada nuevo número con magníficas viñetas en las que se deja lucir y en las que cabe destacar también la labor al color de Marie Paule Alluard, a la firma de una serie muy recomendable para los que gusten de los comics ambientados en alguna época histórica. Y a los que no….. También, que seguro que le sacarán partido.
Los Maestros Cerveceros es un comic de los que hacen afición (utilizando el argot futbolístico) Lo digo con conocimiento de causa.



Planeta nos trajo esta serie allá por el 2003 en lo que sería, posiblemente, un adelanto a la fiebre del BDPack y las reducciones que ahora mismo imperan en el mundo de la BD, englobando en cada uno de los tomos dos números de la serie original. La reducción de tamaño en este título hace daño si, pero no tanto como para que no se pueda leer correctamente así como apreciar perfectamente el dibujo de Vallès.





Frank nos acompaña desde el cementerio hasta su casa. Los autores nos ofrecen este paseo en tres viñetas simétricas. Una vez en el destino, cambia el formato de la viñeta.


La primera cerveza no suele gustar, más si es de fabricación propia.


El Monje escucha un ruido, con mucho temor y a la luz de una vela, se asoma a ver que ocurre.


Al comienzo de cada nuevo número, Van Hamme, nos da información de los sucesos más importantes acaecidos en los años en los que situa su historia. Un recurso en forma de texto que ayuda a situarse al lector y a conocer la época en la que se desarrollan los hechos.


Charles, abatido por el peso de sus recuerdos.


Vallès nos muestra en estas dos viñetas una escena de guerra en la que sitúa a cada bando en una de ellas. Enfrentando directamente las viñetas al igual que hace con uno y otro ejército.


En estas dos viñetas simétricas Adrien pasea sobre los muertos de uno y otro bando. La guerra genera muerte, independientemente del bando en el que te tocara luchar.


En el octavo número de la serie podemos encontrar varias "escenas eliminadas" del tebeo así como varios carteles promocionales de la cerveza Steenfort.


Con un plano muy cercano del rostro del personaje y las sombras, Vallès, logra trasmitir el miedo que inavade al protagonista de la viñeta.


Con el título de "Les Steenfort, maîtres de l'orge" y "Le destin des Steenfort" la obra fue llevada a la pequeña pantalla en una serie de 7 episodios en los que Van Hamme, hizo también de guionista.




Escojo esta página por que supone el encuentro de dos de los más trabajados personajes que nos puede dar el mundo de la historieta (a los que habría que sumar a Adrien para dar lugar a un trío francamente magnífico)





"Van Hamme es un excelente guionista que domina los recursos del medio a la perfección, como ya ha demostrado en series como Thorgal o XIII. Y en Los maestros cerveceros lo sigue demostrando: Historias perfectamente hilvanadas, personajes bien definidos, un tebeo de lectura fluída y entretenida que tiene como mayor pega su tema. Personalmente, las intrigas de esta familia me han dejado bastante frío y la historia no me ha llegado a interesar."
Álvaro Pons en La Cárcel de Papel.

"muy interesante LOS MAESTROS CERVECEROS, escrito por Dios (quiero decir, por Jean Van Hamme). La historia-río, la saga familiar de una empresa de cerveza a través de las décadas. Contado así parece el tema menos atractivo del mundo para contarlo en comic... y precisamente ahí está su hallazgo y su gracia. ¿Por qué los comics tienen que ser desaforados, sintéticos, infantiles, concretos? ¿Por qué tienen que tender a la exageración, a recurrir a lo que solo pasa en los comics? Van Hamme recrea un fresco histórico (prescindiendo en su maestría de los textos de apoyo) para hacer una novela al estilo de la novela realista del siglo XIX, o un Grandes Relatos televisivo."
Rafael Marín en Crisei.



"No niego la serie sobre todo porque si estoy aquí hoy es en gran parte "gracias" a los Maestros Cerveceros. Fue una aventura fabulosa a un tiempo maravilloso! He redescubierto mi trabajo a través de la historia firmada por Van Hamme. En este momento, todas los focos estaban puestos sobre mi y tenía que hacer algo grande!"
Palabras de Vallès para Planete BD.



Un saludo.